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lunes, 1 de julio de 2019

La muerte de la mala mujer


Esa noche había algo extraño en el camino, el caballo andaba inquieto y los sonidos de los animales nocturnos, parecían ya muy lejanos. Aun así, Mauricio cabalgaba desinteresado de su entorno, hundido en sus pensamientos, no podía creer que hasta hace unas horas, se hubiera peleado con Martina y que todos los planes de aquella noche, se le vinieran abajo. Ahora sin el calor de su enamorada, tenía que volver a casa buscando alguna excusa que inventar, cuando sus padres le preguntaran la razón de tan pronta llegada.

El caballo se movió de manera brusca y trajo a Mauricio nuevamente a la realidad, a unos cuantos metros, se hallaba una hermosa mujer, de piel color canela, alta y esbelta, con un vestido blanco que desdibujaba una hermosa silueta. Mauricio no lo pensó mucho tiempo, retomo el rumbo que el animal parecía esquivar y pese a su negativa, se acerco a la hermosa dama.


-Buenas noches señorita, ¿Qué hace una bella mujer a tan altas horas de la noche?

-Hombre, que bueno verlo, ando sola y ya es muy noche, acompáñame a mi casa y si gustas puedes quedarte conmigo y pasar la noche-

Para Mauricio, eso fue música para sus oídos, paso por alto que no contestara su pregunta y pensó en olvidar a Martina, en el regazo de aquella mujer, por lo que bajo del caballo, para ayudar a subir a la señorita. La mujer hizo caso omiso a esta acción y comenzó a caminar por su cuenta, Mauricio la siguió para convencerla de que era más rápido en el animal, pero por más que intentaba darle alcance, la mujer se movía muy rápido, se adentro en uno de los senderos del monte y se perdió, como si de una sombra se tratara. Asustado, Mauricio corrió hasta el caballo y salió disparado de aquel lugar.

Al otro día, Mauricio se levantó muy temprano para platicar con el señor cura aquella situación:

-Se escucha interesante lo que me cuentas, pero sabes, no eres el primero que ve a aquella mujer, dime hijo.... ¿Te atreverías a volverla a ver?

-No creo padre, ¿A qué viene la pregunta?

-Pues mira hijo, es posible que te salga nuevamente y temó que para la siguiente logre perderte. Tengo un plan que me parece será infalible, que te parece si intentamos atrapar a este ser...

Era ya muy noche, cuando Mauricio andaba por los rumbos de la cañada, en esta ocasión, decidió concluir el tramo a pie, nuevamente el sentimiento de algo extraño, el frió en la atmosfera, el sonido muerto de los animales nocturnos y a la lejanía la silueta de una mujer, se acerco con cautela y la saludo. 

-Buenas noches buen hombre, iba camino a mi casa, pero me da miedo andar por estos rumbos tan de noche, te gustaría acompañarme, puedes pasar la noche conmigo.- Repitió una oración similar a la del encuentro anterior. Mauricio solo se limito a asentir y siguió a la desconocida, pero en esta ocasión un poco más atrevido, logro alcanzar a la mujer y saco con nerviosismo una aguja capotera, amarrada a un bollo de hilo, el cual clavo con fuerza en la cabeza de la mujer, cerró los ojos esperando una respuesta agresiva, pero la mujer se perdió en el fondo, desvaneciéndose en la oscuridad, como si nada hubiera pasado, rápidamente se persino y notó que el bollo comenzaba a desenrollarse, tomó el último extremo del hilo y lo amarro a la rama de un árbol, nervioso, corrió en dirección a San Fernando, hacía una de las casas mas cercanas, después del largo trayecto, encontró a varios hombres aún despiertos, esperando la llegada de aquel joven valiente.

-Ya está hecho-dijo jadeante, bañado en sudor y todavía nervioso, al padre, que se encontraba en medio del grupo.

-Excelente Mauricio, lo que has hecho esta noche, será de ayuda para todo el pueblo

-Entonces padre, ¿Hay que seguirla?

-No, hoy podría ser peligroso, la noche es el momento de aquel ser, mañana la seguiremos y le podremos fin a esto.

Al amanecer un grupo de doce hombres armados con machetes y uno que otro con arma de fuego, se abrían paso entre la maleza, siguiendo el rastro del hilo, después de caminar un buen rato, llegaron a una cueva, a la que le dicen "la cueva de la chepa".

-Juan- Dijo el padre -vete con Fernando por unas linternas a la casa de Tito, no entraremos a ese lugar sin luz- Vieron a los hombres alejarse y esperaron a que estos se divisaran de nuevo, el padre aprovecho para bañar con agua bendita a los valientes y dar una pequeña oración, los enviados no tardaron mucho, llegaron con linternas, candiles y un paliacate amarrado en forma de bolsa, después de que los últimos hombres fueran bendecidos, encendieron las herramientas y santiguándose, se adentraron en aquella oscuridad, no sin antes que Fernando colocara el paliacate en la entrada, como tributo al dueño de la cueva, para que los dejara entrar y salir. /div>


-No se separen, ni se asusten con lo que escuchen o vean, recuerden tenemos que estar juntos y vamos con Dios, caminando con nosotros- Dijo al padre a aquel grupo, todos asentían, pero sus corazones estaban llenos de miedo y dudas. 

La luz de los candiles, alargaban las sombras haciendo figuras y siluetas en todos lados, no faltaba alguno que diera un brinco del susto, pensando que alguien los observaba, la oscuridad se alejaba conforme el grupo avanzaba, sus pasos y uno que otro murmullo, eran los únicos sonidos que se escuchaban dentro de la cueva, caminaron un buen tramo siguiendo el hilo, a medida que se adentraban, el clima descendía hasta el punto en que los hombres sacaban vaho, la respiración se hacía pesada y la paranoia crecía, el hilo parecía no llevar a ningún lado, las siluetas se hacían cada vez más definidas, ya no se trataba de sombras, sino de figuras bien definidas, ruidos de pasos, de susurros, silbidos y llamadas de nombres, hacían que los hombres miraran de un lado a otro, la tensión estaba en la atmosfera y el aire estaba impregnado de miedo.

-¡Ya basta hombres!- Grito el padre enfurecido- ¡Dejen de tener miedo, eso es lo que busca el demonio, asustarnos, separarnos y que nos rindamos!- El padre camino hacia adelante y comenzó a gritar a la nada, risas salieron de todos lados, como si la mismísima cueva se burlara de ellos y luego se hizo nuevamente el silencio y una corriente de aire helado, llegó del fondo de la cueva. Los hombres continuaron caminando, ahora guiados por el padre, las risas se seguían escuchando aunque más suaves, acompañado de voces de hombres, llantos de niños y mujeres, esos sonidos eran desesperantes, cuando llegaron al final del hilo, sintieron que se les estrujaba el corazón, la aguja estaba ensartada en la cabeza de una enorme serpiente del tamaño de dos hombres y el grosor de uno, y de ella emanaban las múltiples voces que habían escuchado antes, los hombres se quedaron petrificados, dándole tiempo al animal para esconderse en las sombras.

-¡Disparen, se nos está escapando!- Grito uno de los hombres y aquellos que llevaban pistola, dispararón a la oscuridad, fallando todos los tiros, los hombres se juntaron y el padre comenzó a leer la biblia, escuchaban el arrastre de la serpiente, pero no sabían dónde estaba, de un momento a otro, el animal salto y golpeo a uno de los campesinos, paso tan rápido y repitió el mismo método, tres veces más, las carcajadas del animal rebotaban con las paredes de aquel lugar, lo peor ocurrió cuando la serpiente arrastro a Fernando a la oscuridad, en esta ocasión, los disparos le alcanzarón, y un horroroso grito emano del monstruo, haciendo que las linternas se fundieran y los candiles se apagaran.

El horror se desato, gritos ordenando que encendieran nuevamente las linternas, golpes al aire o chocando con las rocas y disparos se escuchaban en aquel lugar frió y oscuro, alguien grito por allá, otros oraron a Dios y el padre pedía calma. Cuando las luces volvieron, Mauricio ensangrentado y con varias heridas, apuñalaba con un cuchillo al animal, los demás no lo pensaron dos veces, corrieron a apoyar al compañero, dejando llover los machetazos, mutilando al animal en todas partes, dándole finalmente muerte.

Pasada la euforia, se dieron cuenta de los daños, la mayoría estaba lastimado, desde raspones a brazos y tobillos zafados, pero el más lastimado era Mauricio, quien habíahhhh sido mordido y golpeado en la oscuridad, no sabían si aquel ser tenía veneno, pero había que llevarlo a ser atendido, recogieron todo, purificaron el lugar y se retiraron con prisa, al salir los rayos de sol convirtieron en humo, al anibmal asesinado. El grupo preocupado por Mauricio acelero el paso, hasta el pueblo donde los atendieron y curaron sus heridas, por suerte para el más grave del grupo, el animal no tenía veneno, pero si le dejo una marca dolorosa.



Para cuando caía la tarde, en los alrededores se hablaba del heroísmo de estos hombres, de aquellos que habían dado muerte a la mala mujer. En los patios, cocinas, caserones, cantinas y lugares de concurrencia se contaba del tema. Desde entonces dicen los ancianos que por este tramo, la mala mujer ya no se aparece.


Adaptación: Luis C. Perez

Leyenda La Mala Mujer
Chiapas para niños, leyendas
Reconocimientos a Don Modesto

miércoles, 8 de junio de 2016

LA HORRIBLE TESHANILA





Caminaba Belén ,un hombre adulto, serio, valiente, mujeriego y decidido, rumbo a su casa después de vagar por las calles, unas veces solo, otras con amigos; iba con pasos lentos cuando de repente vio a una mujer que caminaba en su misma dirección pero algunos pasos adelante. Intrigado por conocerla empezó a seguirla queriendo alcanzarla, para lo cual tuvo que apretar el paso.

Al fin se apareo a ella y la invito ofreciéndole su compañía la mujer haciendo un gesto lujurioso acepto y se afianzó a su brazo. Iba nuestro hombre hablándole, queriéndola reconocerla, ya que no le contestaba y llevaba la cara cubierta con un chal (velo típico de méxico), pero sin lograr conseguir su objeto.

Poco a poco y notando que había pasado de su casa y caminaba rumbo al calvario, sintió que la mano que presionaba su brazo estaba helada y descarriada; le intrigo y sintiéndose preocupado trato de palpar con la otra mano de su compañera, encontrándolo igual, ó sea puro esqueleto; quiso desprenderse, pero aquella mano lo ataba, entonces sintió
 correr por su espina dorsal un sudor frió y quiso descubrir la cara de su dama, no viendo mas que ¡horror! Una calavera que lanzo una estridente carcajada.

Sintiendo un miedo atroz, pero sacando fuerza de su mismo estado de ánimo y clamando en su ayuda a la corte celestial, nuestro hombre tiró con fuerza para desprenderse, logrando así quedar libre, momento que aprovecho para correr a su casa sintiendo que el espectro le seguía. Entró a su casa y cerró con llave. Vivía solo y cuando el día siguiente contó lo ocurrido a una prima hermana de el su prima hermana lo regaño echándole en cara su mala vida.

Cuentan que nuestro amigo dejo de pasear por las noches y menos solo. No le gustaba las bromas y como era serio fue digno de crédito al narrar su aventura, que fue considerada como una de las jugarretas de la TESHANILA, ser mítico que visita a los paseadores y mujeriegos, un ser que adquiere diversas formas, pero casi siempre de mujer, trata de engañar a incautos, tanto en los poblados como los campos, un ser fantasmal que solo mencionarla hace temblar de miedo a mucha gente sencilla de nuestra región, pues han pasado muchos casos que han sido engañados hombres sencillos y aú personas de mejor preparación, como en el caso de Belén quien era una persona mas o menos lista.



HISTORIA MEXICANA DEL MUNICIPIO DE VENUSTIANO CARRANZA,CHIAPAS.
FUENTE:http://www.totikes.mx/

martes, 16 de septiembre de 2014

LA TISIGUA



Del náhuatl pipil ti, fuego + sibat, sigua, mujer: “Mujer de fuego”. Fuego en el sentido de erotismo o sensualidad desmedida. Ente sobrenatural zoque, considerado como una mujer yoki (ajena a la raza y al idioma, extranjera), o Mala Mujer. La Tisigua es conocida en otras regiones del estado como Tishanila. Se encuentra en los caminos o en las pozas de los ríos, con su cabello largo, desplegado para provocar a los hombres que no se han portado bien social y familiarmente. Se dice que este personaje fue creado por los viejitos, para que los jovencitos no anduvieran de parranderos y coscolinos.

Fue así como, entre las familias de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas se narraban acontecimientos que se suscitaron en el río Sabinal, río con aguas cristalinas en aquellas épocas (hoy convertidas en aguas negras que contaminan el ambiente y que dan un olor pestilente en el Jardín botánico); se comentaba que a los jóvenes que se quedaban por largas horas bañándose en las hermosas pozas que se formaban junto a los gruesos troncos de los ahuehuetes (sabinos) se les aparecía la Tisigua, mujer hermosa que les provocaba el mal conocido como Kojamtokoyo (perder la razón), o los metía en los peroles de miel caliente de las moliendas.

Cualquier hombre o muchacho zoque, al pasar por alguna poza, cuyas aguas cristalinas eran refrescadas por la sombra de algún ahuehuete, se incitaba para descansar y bañarse en ella. Al momento de estar nadando escuchaba detrás de él palmadas, pero al voltear rápidamente hacia la orilla sólo lograba ver que las hierbas se movían como si alguien que lo estuviera espiando se ocultara; al proseguir nadando escuchaba nuevamente las palmadas, esta vez acompañadas de un silbidito como invitación, y casi de inmediato emergía de las aguas frente a él una hermosa mujer rubia, de larga cabellera, ojos azules y nariz perfilada, vestida con una túnica de gasa transparente que dejaba ver todo su bien torneado cuerpo. Al ver aquella divinidad, sentía su ser hervir, sentía que el corazón se le salía y deseaba impetuosamente en tener una aventura con ella, por lo que empezaba a nadar vigorosamente hacia ella sin poder alcanzarla.

 Cuando más contento estaba por alcanzarla, se dio cuenta que la bella mujer ya estaba fuera del agua detrás de un grueso ahuehuete. Él trató de seguirla, pero inmediatamente la guapa mujer moviéndose como víbora se escabullía por entre la maleza a pesar de las espinas y garfios que abundaban más allá de la orilla, sin lastimarse; en cambio el pobre muchacho, se iba cayendo y levantando entre el espinero y la maleza con peligro de pisar una culebra. Su vista estaba clavada en aquella hermosa cara que le sonreía, en aquellos ojos que le hacían guiños. Se lanzó justo al lugar exacto atrapándola. 

La abrazó y se besaron largamente, sin decir palabras. Al poco rato, la maligna mujer volvía a meterse en la poza y él tras de ella tratando nuevamente de abrazarla y comérsela a besos. Ella agarró el sombrero de él, y llenándolo de agua se acercó al joven poniéndoselo en la cabeza: al verlo con el sombrero que escurría un agua lodosa, olor a azufre, ella regocijada empezó a dar vueltas sobre si misma, burlándose de él se carcajeaba y sonaba las manos al palmear sus propios muslos, así la Tisigua celebraba su triunfo. Él queriendo defenderse, gritaba para reclamarle, pero no podía articular las palabras para hablar con claridad. Mientras él balbuceaba, todo alelado, idiota, con la mirada perdida, ella, la malvada mujer, la enloquecedora, desapareció entre los árboles.

Desde ese momento los hombres perdían la razón para siempre, echaban a andar con los ojos perdidos y la boca abierta, caminando sin rumbo fijo. Ningún curandero podía salvarlos. Algunos llegaban a decir, que su situación era subsanable si se pedía perdón a la iglesia. Acababan pidiendo comida de casa en casa, queriendo ver en cada persona que los socorría, aquella hermosa cara que le sonreía y esos ojos que le hacían guiños, y que fueron las causas mágicas de su locura.
Kojamtokoyo. Perder el pensamiento, que puede ser entendido como perder el juicio, el orden mental y social, situación subsanable si se pide perdón a la iglesia (kojatokoikui).

FUENTE:http://afrarodriguez.blogspot.mx/
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

La Leyenda Chiapaneca de la Tisigua. Mitos y Leyendas mexicanas.
Los viejitos de los ranchos con su gran imaginación que tenían, como don Luis Toalá, creaban personajes fantásticos, como lo fue la Tisigua, para que los jovencitos no anduvieran de parranderos y coscolinos por los ranchos y en el vecino Terán, (Colonia donde se ubica nuestra escuela). Fue así como, entre las familias se comentaba que a los que se quedan por largas horas bañándose en el Sabinal, en las hermosas pozas que se formaban junto a los gruesos troncos de los ahuehuetes se les aparecía la Tisigua.
Dionisio, a quien todos conocían por Nicho, era el hijo único del cañero don Casimiro, que por afecto todos lo conocían por el tío Cashi. Su madre, doña Micaela, siempre estaba pendiente de todos los deseos de su Nichito. En su oloroso baúl de cedro siempre le tenía su ropa bien planchada que, por cierto, en una ocasión se quemó con la plancha de mano que calentaba en un buen cuadrado comal de fierro y con buenos leños de Brasil y de patzipocá.
Nicho, que ya andaba por los dieciocho años, todavía no daba muestras de enamoramiento y las amigas de la madre del joven le preguntaban que cuándo se casaría Nichito, pues ya tenía su edad. A eso la madre les contestaba: todavía no piensa mi hijo en mujer, no pues... Todavía no... Le pido al señor de Esquipulas que cuando ya piense en mujer se encuentre con una buena y galana muchacha.
Ni crea usted tía Mica, a lo mejor su Nichito ya hasta ha de tener un chiquito con alguna tiraleña o de por ahí por la Chacona, porque como es bien parecido el muchacho vierasté como lo siguen... Se iba a celebrar la velación del Señor de Esquipulas el catorce de enero, por lo que doña Micaela le alistó su buena mudada a Nicho para que fuera de conquista al baile.
Por la tarde se fue al río el jovencito muy contento, silbando una de las canciones que mucho le gustaban. Antes de salir de la casa, la buena madre le recomendó que no se tardara mucho en el río, que recordara que la Tisigua se estaba apareciendo a los que iban a bañarse ya muy tarde; Nicho muy valiente le dijo a su mamá: -¡ay mamá..! eso de la Tisigua es puro cuento de don Luis Toalá...- bueno.. ahí velo vos Nicho. Yo no quiero que te vaya a jugar y te quedes de idiota como Lipe de don Chano... ¿A poco es bonito andar así? Pero Nicho no tomó en cuenta aquellas recomendaciones y salió disparado hacia el Sabinal, que estaba bastante lleno y con una corriente tan cristalina que invitaba a bañarse, se desvistió dejando su ropa en las ramas del sabino que quedaban a manera de percha junto a la orilla del río y dándose impulso se lanzó a la poza, dando las buenas braceadas a lo largo de las tranquilas aguas, (en la actualidad son aguas negras), ya estaba enjabonándose parado sobre unas gruesas raíces, cuando de repente oyó unas palmada un poco leves y luego más fuertes acompañadas de un silbido medio mañoso. Con los ojos enjabonados, como pudo trató de distinguir de dónde surgía todo aquello. Luego escuchó aquellos ruidos por otro lado, después detrás de él y así fue dándose cuenta de que lo estaban jugando, se quitó el jabón rápidamente y se volvió a zambullir. Apenas sacaba la cabeza cuando muy cerca vio que surgía del agua el busto de una guapa mujer, rubia, de ojos azules, de nariz muy perfilada, bonita la malvada. Nicho, en cuanto la vio dijo para sí: - Ya se me hizo. Voy a saber lo que es tener una mujer junto a mí. Ojalá que se me haga. Esta no se me escapa.
Cuando más contento estaba con tan inesperado hallazgo, se dio cuenta que la bella mujer ya estaba detrás de un grueso tronco de sabino. Él trató de seguirla, pero inmediatamente la guapa mujer se escabullía por entre la maleza a pesar de las espinas y garfios que abundaban más arriba de la orilla, no se lastimaba; en cambio el pobre Nicho, se iba cayendo y levantando entre el espinero y la maleza con peligro que pisara una culebra.
Al poco rato, la maligna mujer volvía a meterse en la poza y Nicho tras de ella tratando de abrazarla y comérsela a besos, y luego... De momento reflexionó y recordó lo de la Tisigua. Dudaba si era la fantástica y perversa mujer que había vuelto tontos a muchos jóvenes de la región o que los había metido en los peroles de miel caliente de las moliendas.
Llenándose de valor, se lanzó hacia donde estaba nadando la Tisigua y ya casi la alcanzaba cuando ella se dirigió a donde estaba su sombrero de palma que había llevado, lo llenó de agua y en un instante se acercó a Nicho poniéndoselo en la cabeza.
Al verlo con el sombrero, que escurría una agua lodosa, olor a azufre, se carcajeaba y sonaba las manos como burlándose del joven. Él trataba de alcanzarla pero al poco desapareció entre los árboles, quedando Nicho desde ese momento alelado, idiota, con la mirada fija sin que pudiera articular las palabras con claridad que le caracterizaba.
Como pudo, con la ropa toda mojada se fue a su casa, que con trabajo la encontró a eso de las diez de la noche.
Para eso ya la familia había ido a buscarlo, el tío Cashi, con un grupo de vecinos se fue, llevando un tambor y unas teas para localizarlo. Desesperados le gritaban sin saber que ya se encontraba en su casa, donde la tía Mica lo estaba atendiendo con su buena taza de café caliente. Cuando llegaron los que fueron a buscarlo, ya don Crispín le estaba curando de espanto.
A mucha distancia se oían las imploraciones del curandero que decía: señor de las Ampollas, curá a este cristiano... señor de Esquipulas, dale la salud a tu hijo Nicho... y rameadas; lo bañaba de aguardiente y entre soplido y soplido seguía pidiendo a toda la corte celestial que Nicho volviera a su estado natural, que recobrara su buena figura. Y de nuevo volvía a decir:
- Virgen de Copoya, salvá tu hijo... Virgen de Olachea, que se componga este cristiano. Virgen de Candelaria, hacé tu milagro. San Marcos, patrón de Tuxtla, cura a este bendito muchacho.. San Agustín, patrón de Tapachula, que se componga este niño... San Pedro de Tapana, curálo... Pasión verde de Clacotepec, sanálo... San Sebastián de Chiapa, curálo... San Caralampio de Comitán, curálo... San Pascualito, sanálo... Y así no cesaba de pedir hasta lograr que volviera a la normalidad aquel pobre muchacho.
Pero de nada sirvieron todas aquellas imploraciones. El infeliz Nicho nunca recobró la razón y desde entonces por las calles de Terán y los callejones de los ranchos de Juan Crispín veían a Nicho parándose en las puertas de las casas mendigando un taco o algo, no porque en su casa le faltara comida sino porque gozaba al recibir algo para comer, imaginándose que era la Tisigua quien le daba todo.
Escrito por un maestro Emérito de Chiapas.
Prof. Manuel de Jesús Martínez Vázquez.