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viernes, 11 de septiembre de 2015

EL UFO-CRASH DE MATAQUESCUINTLA (GUATEMALA)



EL RELATO DE LOS HECHOS

La principal testigo la Sra. María Candelaria Hernández tenía en aquellos años aproximadamente unos 74 años, lo cual las cuentas nos llevan a pensar que los hechos habrían ocurrido alrededor de los años 1938-1939, lo que hace este episodio uno de los más antiguos Ufo-Crash que se tenga conocimiento.

La testigo relataba en su niñez a su hijo Pablo, la historia de unos extraños hechos ocurrido en unos terrenos vecinos a su casa, para ser preciso en la finca “La Concepción”, propiedad ahora de la Sra. Antonieta de Braun y que siempre ha pertenecido a su familia por generaciones.
Es este hijo de nombre Pablo Hernández quien en el año 1983 relató este episodio al investigador guatemalteco Oscar Padilla que realizó las comprobaciones necesarias para avalar el caso como real y con motivos muy sólidos de credibilidad.












Los hechos en sí se pueden resumir de la siguiente manera:

Doña Candelaria estaba lavando ropa en unas pozas llamadas “Las Charquitas” de pronto escuchó un ruido ensordecedor, al mirar el cielo vio pasar sorpresivamente y en raudo vuelo una bola incandescente. Esta bola incendiaria pasó sobre los ciprales que hay en el lugar y observó que estos árboles quedaron moviéndose por el aire emitido al pasar la bola.
Doña Candelaria se extraño, pero la premura en lavar la ropa que le encargaban los policías destinados en la región pudo más que su curiosidad y solo recuerda que vio a unos niños a eso de las 17,00 hrs. que salían del bosque y que con gran agitación le decían:

" Doña Cande vaya a ver los muñequitos que cayeron del cielo, allá atrás en la cuadra donde corren los caballos, están todos chamuscados y huelen a hule quemado"

A pesar de lo extraño expresado por los niños, el cansancio y la carga de la ropa limpia la hizo desistir y empezó a caminar por el largo sendero que la llevaría de regreso a casa.
Doña Candelaria al otro día se levantó temprano ya que preparaba todos los días sus tortillas de maíz para el desayuno. A pesar que en Colís (*) nunca pasa nada, aquella mañana Doña Candelaria escuchó rumores de muchas personas que se dirigían hacia el lugar de los ciprales donde ella había visto caer la bola incandescente. Notó que la mayoría de estas personas eran soldados, policías, guardias de Hacienda y algunos "gringos" desconocidos en la zona.
A las 8,30 de la mañana ya estaban bajando toda esta gente al lugar. El Jefe de la Policía que era amigo de la familia le acercó una caja de aluminio como los camarines en donde traían algo entre varios policías. Uno de los policías que también era amigo de la familia le dijo:

"Mire Doña Cande, los marcianitos que cayeron del cielo" Doña Candelaria recuerda que alguno de su familia expresó:"Pobrecitos los angelitos como se fueron a chamuscar" enseguida se persignaron y más de alguno dijo algo así como: "Dios los haya perdonado".

El Jefe de la Policía tomó la caja de metal y desapareció junto con los otros agentes de la autoridad y algunos americanos que lo acompañaban. Doña Candelaria aún recordaba la cara de espanto de su familia cuando miraron al interior de la caja de aluminio.

Este es el relato sintetizado y trascrito de las declaraciones de Pablo Hernández, hijo de Doña Candelaria, quien recuerda perfectamente este relato de su madre, hecho que quedo en la memoria al paso de los años. Lógicamente que hemos tenido que hacer ciertas adaptaciones de palabras y expresiones de los testigos para hacerlo más entendible y universal su entendimiento, pero la esencia del relato esta intacta.



Las primeras averiguaciones se realizan en el mes de Mayo de 1994. El investigador guatemalteco Oscar Padilla, logra localizar al Sr. Arnaldo Padilla Rojas, quien tiene una finca rústica por los bellos parajes donde se adentra el municipio de Mataquescuintla de Jalapa. El Señor Padilla Rojas confiesa al investigador Oscar Padilla que :

"Hace más de 40 años cuando yo estaba jovencito unas personas de Colís me contaron que algo había caído, un objeto extraño, otros comentaban que un globo, otros decían que era un aparato parecido a un globo".








Las averiguaciones conducen a unos nuevos testigos. Esta vez es Doña Tomasa Toledo de la Cruz, mujer de casi 90 años, la cual tiene una memoria muy lucida y en excelente estado. Esta dama casi centenaria negó en primera instancia que estos rumores hayan sido verdaderos, pero su hija Fluvia Cruz de González sí recordaba que por los años 1979 y 1980 habrían llegado a la zona cuatro personas que dijeron ser mineros con "extraños aparatos" buscando una "campana de oro" que según ellos estaba enterrada en la propiedad de la familia. Una leyenda popular de aquellos años recuerda una banda de facinerosos llamados "Los Lucios" asolaban la región, y la gente acostumbraba a enterrar los objetos de valor, pero así y todo, este episodio de búsqueda por parte de estos "mineros" no resultó muy convincente ya que sus excavaciones no eran muy organizadas y daban la impresión de buscar a ciegas.
El Sr. Pablo Hernández brindó nuevos nombres a la investigación. Esta persona era Maria Hernández quien habitaba una casa cercana al lugar de los acontecimientos en aquellos años. El lugar preciso es Colonia Bethania, 34 Ave, 12-08, zona 7 en Mataquescuintla.

La testigo Maria Hernández recuerda que cuando tenía 18 años (en los momentos de la entrevista tiene 74 años), aún sin estar casada, por lo tanto deduce que el suceso ocurrió hace unos 56 años atrás, y para ser más precisa agrega que podría haber sido en el año 1938 en la aldea de Morales; Hubo muchos testigos de la caída del "objeto" , lo denomina abiertamente "un platillo volante" demostrando que el suceso luego lo asocio a las noticias posteriores cuando emergió el fenómeno Ovni. Agrega que la gente comentaba que unos enanitos rubios comenzaron a caminar por el lugar, incluso en el pueblo se habló de la desaparición de una leñadora siendo testigo su hijo que se oculto entre los matorrales.
En la entrevista Doña Maria Hernández expresó su temor ante el parecido de estos enanitos a lo que últimamente esta dando la televisión y las noticias, agregando que por esta razón ella trata de no pensar en el tema.
La investigación misma pasó por el Departamento de Santa Rosa, Casillas, San Rafael de las Flores, y finalmente Morales, que es una aldea de Mataquescintla.

Las averiguaciones determinaron que existía muy poca gente viva de aquella época. El Señor Pedro Cano recordó que hace unos 50 años se habló mucho referente a la desaparición de una señora la cual había sido secuestrada por un extraño aparato volador en la zona. En cambio por cada testimonio concreto también se notaba que entre la gente mayor consultada muchos optaron por callar dando por razonable la sospecha que un acuerdo mutuo los mantenía en silencio.
La investigación condujo a la casa del Señor José I. Hernández y su esposa, quienes confirmaron todos los testimonios de sus antiguos vecinos. La eterna casualidad se hizo presente cuando el hijo de esta familia Víctor Manuel Hernández, más conocido como Tito en el lugar y también conocido por su triste afición a la bebida, en un momento de lucidez ofreció algunos datos que luego de analizarlos resultaban totalmente coherentes y demostraban que de haber existido este episodio el lugar de los hechos estaba muy cerca de la casa de la testigo Tomasa Toledo de la Cruz.

La actitud de Tito es concluyente para la localización del lugar. Quizás al ser incomprendido en un medio social campesino, y a modo de revancha ante su propia gente condujo al investigador Oscar Padilla por un angosto camino de terracería que desembocaba en un sitio llamado “La Minita”. Era una especie de vereda estrecha, llena de ortigas y oleaginosas que clavaban traspasando los calcetines produciendo fuertes picazones. El campo estaba lleno de agujeros en la tierra y seguramente había sido excavado durante mucho tiempo por otras personas. La localización al fondo de un río determinó que se estaba dentro de la finca “La Concepción” y se podían notar antiguas pozas de aguas. ¡No había duda¡ Estaban precisamente en el lugar donde hace más de 50 años atrás Doña María Candelaria Hernández vio como cayó un objeto incandescente en los bosques cercanos a unos pocos metros de un campo de fútbol.

Las investigaciones llevan a confirmar que un pacto de silencio entre los pobladores, hizo pasar desapercibida la historia de este posible Ufo-crash, y la noticia no trascendió a la prensa, más aún, al estar en tan remoto lugar donde el aislamiento es propicio para robos y todo tipo de fechorías, esto ayudó al ocultamiento de los hechos.
Las averiguaciones se tuvieron que llevar a cabo con mucha precaución, incluso con material de defensa y un vehículo todo-terreno apropiado a los malos caminos existentes. Lo que sí esta claro que algo sucedió, y existió un pacto de silencio entre los pobladores y las autoridades de aquellos años.

¿Se enterró el objeto que cayó del cielo? ¿Porqué razón esta todo el entorno excavado donde supuestamente cayó el objeto?

Varias leyendas de la zona hablan de una "campana de oro" enterrada. ¿Leyenda popular o asimilación de un hecho real a punto de pasar a la tradición popular?

Las conclusiones de Oscar Padilla, investigador guatemalteco es que el hecho fue real, y recientemente se reafirmaba en este pensamiento al ser consultado por quien escribe estas líneas.

(*) Colis: Nombre relacionado con la toponimia a geonomía del lugar que aseguran tiene relación con la forma de coliflor del cerro que está a un lado de la ciudad.

Nota: El año 2004 confirma en parte esta investigación, cuando en esta delegación del IIEE de Chile se recibe un mensaje de la propietaria actual de este lugar, quien nos menciona que conoce poco de dicho acontecimiento, pero sí nos expresa haber encontrado un libro en esta propiedad relacionado con este tema.

Trabajo basado en:
http://www.iiee.cl/
Correspondencia y contacto con el propio autor.
Viajes a la zona a confirmar geografía y relatos
en los años 1989, 1990, y 1997

viernes, 20 de marzo de 2015

el sisimique o sisimico (centroamérica)



Conocido en otras regiones de Centroamérica como Sisimite, Sisimike o Sisimico, se trata de una leyenda de origen indígena, difundida en el país principalmente por los maléku, acerca de una criatura (o raza de criaturas) de forma humanoide, de gran tamaño, con cara de hombre y cuerpo de mono cubierto de espeso vello, que habita en las oscuras y profundas cavernas de las montañas, y que se caracteriza por tener solamente cuatro dedos en las extremidades, destacándose que tienen los pies invertidos, por lo que dejan huellas al revés, de modo que nadie pueda seguirlos. Estos seres tendrían particular debilidad por raptar a las mujeres en su noche de bodas y llevárselas a sus cuevas.


COSTA RICA




En la región de Matambú, en Guanacaste, existe la creencia de la existencia de Sisimicas, es decir, versiones femeninas de esta criatura, en la forma de mujeres viejas y desgreñadas. También en esta zona se cree que la Sisimica es la esposa del Viejo del Monte, cuya apariencia recuerda mucho al Sisimiqui.

La forma y leyenda del Sisimiqui recuerda en cierto modo a otros seres humanoides como el Pie Grande o el Yeti.


NICARAGUA

En lengua mískita, según consultas realizadas, se denomina Sisimihski o también Ulak, a un ser con características extraordinarias. Una especie de mono muy grande —como de dos metros de alto—, fuerte, cubierto de pelo, que habita en lugares remotos de la montaña. Pocos lo han visto. Pero muchos hablan sobre él.

Seguramente, la españolización del nombre indígena derivó en Sisimike y muchos pobladores desde las riberas del río Coco hasta la Reserva Indio Maíz, en el límite sur del territorio, pueden decir algo sobre esta criatura.

Para los pobladores de comunidades indígenas, el animal tiene características monstruosas. Es peligroso y se lo asocia con la maldad. Puede encontrárselo en zonas de selva o lugares solitarios y provoca, por su aspecto, temor y espanto. En las áreas mestizas del centro del territorio, si bien se lo describe de la misma forma, más bien se trataría de un ser huidizo, tímido, que evita en encuentro con los humanos.

No siempre los campesinos se disponen a hablar sobre el Sisimikede manera espontánea y natural. Temen la burla. Tal vez porque se trata de un animal/hombre cuya existencia está en el filo de lo real y lo imaginario.
Forma parte de las conversaciones que los pobladores de las áreas rurales mantienen entre sí. De sus creencias. De sus leyendas. De cuentos que los más viejos de la familia aún refieren a los jóvenes.

Desde 1990, escuchamos historias que hacen referencia al Sisimike.Asociamos estos relatos a personajes como el Yeti en el Himalaya oPie Grande en Norteamérica. El Youi en Australia y otro ser semejante en Indonesia. Hay quienes atestiguan encuentros con estos seres solitarios y enormes. Hay quienes han filmado escenas y tomado huellas de pisadas de estos especímenes sorprendentes.

Sea como sea, existan o no, formen parte de una especie sobreviviente de un pasado remoto o sean producto de la imaginación colectiva, es indudable que constituyen parte de la realidad del mundo rural e indígena.

Hace unos pocos días tuvimos la oportunidad de viajar con un grupo de amigos nicaragüenses y amigos embajadores a la zona del río San Juan y llegar hasta San Juan de Nicaragua. Durante todo el viaje se estuvo bromeando sobre el Sisimike, a partir de una referencia que hiciéramos sobre la historia que cuentan los campesinos.

Ninguno de nuestros compañeros de viaje conocía sobre el tema. Uno de ellos en particular, Camilo Fernández, quién se definiera como cazador y pescador de lugares remotos del territorio nicaragüense, afirmó no haber escuchado nunca sobre la existencia de dicha criatura.

Sin embargo, en la medida que el viaje avanzaba hacia nuestro destino final en la Reserva Indio Maíz, los testimonios de pobladores, guardabosques y motoristas de lanchas, fueron arrojando ciertos datos y, consecuentemente, cierta preocupación en los escépticos visitantes.

En particular, el testimonio de Roberto Granja, guardabosque de MARENA para la Reserva, fue muy interesante. Afirmó haber encontrado una huella más grande que la de un humano en cierta ocasión que, en compañía de un oficial del Ejército, recorrían un sector de la montaña en un paraje conocido como La Tigra.

La otra particularidad de esta huella es que sólo marcaba cuatro dedos. Roberto, hombre profesional, conocedor de toda el área, hablaba con seriedad sobre el tema y no descartaba la existencia delSisimike.

Los comentarios de los integrantes de la comitiva siempre estuvieron cargados de bromas y mucho humor. Para nosotros, ciudadanos acostumbrados a creer sólo lo que podemos ver o lo que está escrito en las publicaciones científicas, no es concebible la existencia de un animal de estas características. O, al menos, aunque tengamos la sospecha de su posible existencia, no nos atreveríamos a confesarlo. Y menos aún delante de embajadores o personas con las cuales no tenemos suficiente confianza.



Los campesinos, indígenas y pobladores de las áreas rurales hablan y comentan sobre el Sisimike con naturalidad. Como si se tratara de algo que tiene existencia. ¿Es qué el concepto de realidad difiere si se trata de nosotros o de la gente del campo? ¿Será qué el hombre acostumbrado a vivir en la montaña mira la realidad de manera diferente? En todo caso ¿cuál sería esa diferencia?
Decía Camilo, refiriéndose a su actitud frente a estas creencias: “Yo sólo creo lo que puedo ver y sentir. Lo que está comprobado. Lo otro es sólo cuento.” Pero el campesino no parte de esa misma actitud. Él se vincula con la realidad a través de otros mecanismos. Sus emociones y sentimientos juegan un papel primordial en el conocimiento de las cosas.

Nosotros anteponemos la razón, la lógica, o sea la objetivación de la realidad. Ellos, en cambio, anteponen el sentir y las emociones. Las cosas se miran más como acontecimientos que como objetos. Y en este sentir la realidad convive siempre el sentido de lo fasto y lo nefasto en un juego continuo. Como parte de un todo. Del cual nuestra propia existencia forma parte.

De tal manera que cuando decimos Sisimike, para el indio tiene un significado y para nosotros tiene otro. Para aquel se entra en el terreno del miedo. En el terreno de lo inexplicable que existe. En los imponderables que la dura realidad de la vida de la montaña le depara al hombre. Imponderables que pueden producir hechos que pongan en peligro incluso la propia vida.

Estamos, por tanto, sujetos a una realidad agresiva que podría descargar un rayo, una inundación o el encontrarse con un animal/hombre que nos produzca espanto.

En realidad, no se trata de probar si el Sisimike existe o no. No se trata de obtener pruebas de ello. Se trata, en todo caso, de preguntarse qué pasa con la conciencia del hombre del campo para que ese ser cobre realidad. Y para que a partir de ello, el tema se convierta en una suerte de mito entre las poblaciones de la montaña.

¿Cómo funciona esto? ¿Tendrá la misma significación que tiene la búsqueda de Pie Grande o del Yeti en otros contextos geográficos y culturales distantes?. Sería interesante que así pudiera ser. Tal vez de este modo podría determinarse que existen realidades comunes en la conciencia humana en general.

Tal vez, formas de percibir la realidad fundadas en mecanismos similares. No importa que vivamos en Nepal, en algún lugar de las montañas Rocallosas o en la comarca La Tigra en la rivera del río San Juan de Nicaragua.

Esto, en definitiva, apunta a tomar en cuenta los relatos y testimonios de la gente del campo. A escucharlos con atención. A encontrar en ellos una línea de pensamiento que hemos subestimado en aras de un supuesto racionalismo de gabinete.

Y que en esos relatos pueden existir las claves de un pensamiento más general. Un pensamiento de lo humano en las montañas de Nicaragua. Un pensamiento que podría darnos, además, elementos para comprender más a fondo nuestra realidad y comprendernos a nosotros mismos. No desde el desarraigo de nuestra formación lógica, sino de un mayor compromiso con lo nuestro

FUENTE 
http://es.wikipedia.org/wiki/Leyendas_de_Costa_Rica#El_Sisimiqui
http://www.confidencial.com.ni/archivo/2000-236/rostrosdenicaragua.html
POR SERGIO CARAMAGNA

sábado, 8 de noviembre de 2014

LA DONCELLA Y EL ARBOL DE LA CALAVERA (MITO MAYA)

Escena del "Popol Vuh", el poema mitológico maya, en que la doncella virgen Ixquic es fertilizada por los frutos de un árbol.

Ixquic parirá a su tiempo a los dos guerreros gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes una vez adultos se enfrentarán al poder de la enfermedad y la muerte en el tétrico reino subterráneo de Xibalbá.


LA DONCELLA Y EL ÁRBOL

DE LA CALAVERA



Cuando los señores de Xibalbá vencieron a los dos héroes Hun-Flunahpú y Vucub-Ilunahpú tomaron la cabeza del primero y la pusieron sobre el árbol jícaro que arraigaba a un lado del camino. Era un árbol seco que jamás había fructificado y nada más entrar en contacto con el cráneo se llenaron sus ramas de frutos sazonados y maduros. Al contemplar la riqueza de aquel árbol los señores de Xibalbá sentenciaron:

—¡Que nadie venga a coger esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol!

Y por su magia “la cabeza de Hun-Hunahpú no volvió a aparecer porque se había vuelto la misma cosa que el fruto del árbol que se llama jícaro. Sin embargo, una muchacha oyó la historia maravillosa” de los dos semidioses, hermanos gemelos, que murieron bajo el poder de los de Xibalbá, y tan prendada quedó al escuchar sus portentosas hazañas que decidió, en contra de lo ordenado por los señores del averno y de su propio padre, visitar tan peculiar árbol.


La doncella se llamaba Ixquic y fue precisamente a su padre, Cuchnmaquic, a quien “oyó la historia de los frutos del árbol”, a consecuencia de lo cual quedó tan intensamente impresionada que su admiración hacia los dos héroes creció notablemente, e inmediatamente se preguntó:

—¿Por qué no he de ir a ver ese árbol que cuentan? Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar.

Sin pensarlo más detenidamente, impulsiva como lo es la juventud de todos los tiempos, la doncella Ixquic se puso en camino, aventurándose en el evento en solitario, sin consentir que nadie la acompañara. Al fin llegó al pie del árbol

“que estaba sembrado en Pucbal-Chah’. Ante él, la doncella exclamó con entusiasmo:

—¡Ah! ¿Qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé si corto uno de ellos?

Nadie le podía contestar porque se hallaba sola en el paraje. Sin embargo, la calavera de Hun-Hunahpú, que hasta entonces se había escondido entre las frutos como uno más de ellos, se hizo visible y de entre las ramas del jícaro le contestó:

—¿Que es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras.

Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú dirigiéndose a la joven e inmediatamente, casi con ansiedad, le preguntó:

—¿Por ventura los deseas?

La doncella contestó gravemente:

—Sí los deseo.

La calavera le habló otra vez:

—Muy bien. Extiende hacia acá tu mano derecha.

La muchacha, a la vez que aceptaba el reto, levantó la mano derecha y La mostró en dirección hacia donde estaba la calavera.

—Bien —dijo.

En ese mismo momento el cráneo desde lo más alto lanzó un chisguete de saliva hacia la doncella que le cayó sobre la palma de la mano que permanecía extendida.

Ixquic se miró rápidamente con atención su mano y al ver que la saliva ya no estaba en ella quedó profundamente sorprendida y admirada porque aquello que le estaba sucediendo no le era demasiado grato.

La voz de Hun-Hunahpú, a través de la calavera, le dijo desde lo alto del jícaro:

—En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántanse los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un señor, del hombre sabio o del orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino que se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la Tierra, que no morirás. Confía en mi palabra, que así será.

Todo este acaso maravilloso sucedió tan acertadamente porque así fue el mandato de Caculhá Huracán, Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá. “Y estos tres son el Corazón del Cielo”, que se llama Huracán.

Después de escuchar la voz de la calavera haciéndole todas las advertencias, Ixquic fue de regreso a su casa, habiendo concebido inmediatamente a dos hijos gemelos en su vientre solamente por la virtud de la saliva que recibió en su mano con el chisguete que aquélla le envió.

Ya en su hogar, la muchacha realizó su vida cotidiana con toda normalidad sin detectar su padre ninguna clase de transformación en ella. Sus labores caseras eran las mismas, su comportamiento idéntico, aunque mantenía dentro de sí una dulce melancolía que seguramente sería un favor que le hacían los dioses, ya que había sido escogida por ellos para llevar a cabo la misión de traer al mundo a los herederos de tan preclaros héroes que tan infame muerte tuvieron bajó el poder de los señores de Xibalbá y destinados para vencerlos sin remisión.

Cuando hubieron pasado seis meses de la insólita y sin gular concepción, su padre, Cuchumaquic, reparó en el estado de gravidez en que se hallaba su hija. Su secreto fue descubierto y el hombre se indignó profundamente, intenso fue el dolor que le invadió por el descubrimiento, y en su soledad maldijo a Ixquic y el desprecio más penetrante irrumpió dentro de su ser. Después de mucho meditar el hombre la situación en que se hallaba, sobre todo frente a la sociedad arcaica de aquellos tiempos y lugares, y sobre todo cumpliendo escrupulosamente la promesa de no hablarle a la muchacha, decidió reunirse con Hun-Carné y Vucub-Carné, los jueces supremos, precisamente los señores de Xibalbá que habían sido la perdición de los dos hermanos heroicos, que nacieron en la noche. “Esto es, antes que hubiera Sol, ni Luna, ni hubiese sido creado el hombre.”

Se congregaron en el consejo “todos los señores Hun Carné y Vucb-Camé con Cuchumaquic” y éste, muy contristado, lleno de dolor y también de rencor, les dijo con voz llena de aversión cuando compareció ante ellos:

—Mi hija está preñada, señores; ha sido deshonrada.

Los señores de Xibalbá, tras consultar entre ellos, se dirigieron al padre y dictaron sentencia:

—Está bien. Oblígala a declarar la verdad y si se niega a hablar castígala; que la lleven a sacrificar lejos de aquí.

Cuchumaquic, levantándose de su asiento y quedando cabizbajo, aceptó el juicio del consejo diciendo con voz trémula por el odio:

—Muy bien, respetables señores.

Luego marchó a su casa y, sacando fuerzas de su flaqueza porque su ira le ahogaba, rompió el silencio que mantuviera ante Ixquic y le preguntó severamente:

—¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía?

La muchacha tercamente le contestó:

—No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón.

Cuchumaquic, indignado aún más si cabe, rojo por la ira y por las palabras de la muchacha que él tomó como una

burla a su dignidad y a sus años, le dijo muy tranquilamente:

—Está bien. Definitivamente eres una ramera.

Con esta lacónica contestación le estaba indicando a su hija que se atuviera a las consecuencias, que lo que le ocurriera a partir de aquel momento ella misma se lo había bus cado. Entonces se dirigió a la mansión de los dioses del averno y ordenó a los búhos, que son los servidores de los señores de Xibalbá:

—Llevadla a sacrificar, señores Ahpop Achih, traedme el corazón dentro de una jícara y volved hoy mismo ante los señores.

Ahpop Achih era el título que tenían algunos señores y jefes quichés.

Los búhos eran cuatro —los Ah-Tucur, los malos— y se llamaban Chabi-Tucur, Huracán-Tucur, Caquix-Tucur y Ho-lom-Tucur.

Los cuatro mensajeros alados —uno rápido como una flecha (chabi), otro gigante y de una sola pierna (huracán),

otro como un guacamayo (caquix) y el último de cabeza grande (holom)— cogieron la jícara y el cuchillo de pedernal y se marcharon por los aires llevando a la muchacha en brazos para sacrificarla.

Llegaron hasta los pies de un árbol enorme, que se llamaba “árbol rojo de grana”, para allí ejecutar la sentencia de los de Xibalbá. Los búhos hablaron entre sí y convinieron que aquél era el lugar idóneo para realizar su amarga misión y se dispusieron a ejecutarla. lxquic, al ver que se iba a cumplir a manos de los Ah-Tucur la sangrienta y cruel orden que diera su padre, les suplicó:

—No es posible que me matéis, ¡oh mensajeros! , porque no es una deshonra lo que llevo en el vientre, sino que se engendró sólo cuando fui a admirar la cabeza de Hun-Hunahpú que estaba en Pucbal-Cha, Así pues no debéis sacrificarme, ¡oh mensajeros!

Los fieles servidores de los señores de Xibalbá se compadecieron de la doncella y, tras conferenciar entre ellos cuatro, se volvieron a ella y le expresaron justificándose, pidiéndole casi excusas:

— ¿Y qué pondremos en lugar de tu corazón? Se nos ha dicho por tu padre: Traedme el corazón, volved ante los seño res cumplid vuestro deber y atended juntos a la obra, traedlo pronto en la jícara, poned el corazón en el fondo de la jícara. ¿Acaso no se nos habló así? ¿Qué le daremos en la jícara? Nosotros bien quisiéramos que no murieras.

lxquic respondió a sus quejas de la siguiente manera:

—Muy bien, pero este corazón no les pertenece a ellos. Tampoco debe ser aquí vuestra morada, ni debéis tolerar que os obliguen a matar a los hombres. Después serán cierta mente vuestros los verdaderos criminales y míos serán enseguida Hun-Camé y Vucub-Camé. Así, pues, la sangre y sólo la sangre será de ellos y estará en su presencia.

Y como la doncella sabía que los señores deseaban su corazón para quemarlo, porque ésta era una antigua costumbre de purificación que se tenía en aquella época y en aquel territorio, siguió hablándoles a los cuatro mensajeros de esta forma:

—Tampoco puede ser que este corazón sea quemado ante ellos —luego les mostró el árbol a cuya sombra se guarecían

y les recomendó—: Recoged el producto de este árbol.

“El jugo rojo brotó del árbol, cayó en la jícara yen seguida se hizo una bola resplandeciente que tomó la forma de un corazón hecho con la savia que corría de aquel árbol encamado. Semejante a la sangre brotaba la savia del árbol, imitando la verdadera sangre. Luego se coaguló allí dentro la sangre, o sea la savia del árbol rojo, y se cubrió de una capa muy encendida como de sangre al coagularse dentro de la jícara. mientras que el árbol resplandecía por la obra de la doncella.”

Desde entonces aquel árbol tomó el nombre de “Árbol de sangre” y “Sangre de dragón”, porque su savia tiene idénticos color y densidad que la sangre.

Los Ah-Tucura así lo hicieron y cumplieron de esa falsa manera el mandato recibido por sus señores. Por ello la muchacha les dijo agradecida:

—Allá en la tierra seréis amados y tendréis lo que os pertenece.

Los mensajeros, prendados de la doncella y de la dulzura de sus palabras, se pusieron en connivencia con ella y antes de abandonarla con vida se despidieron de Ixquic con estas palabras:

—Está bien, niña. Nosotros nos iremos allá, subiremos a servirte; tú sigue tu camino mientras nosotros vamos a presentar la savia en lugar de tu corazón ante los señores.

En el reino de Xibalbá estaban reunidos todos los señores esperando la llegada de los mensajeros que debían de entre garles el corazón sangrante de Ixquic. Cuando llegaron ante su presencia Hum-Camé preguntó:

— ¿Se ha terminado eso?

Uno de los servidores, lleno de hipocresía y mintiendo con descaro, contestó con decisión, a la vez que les entregaba el tibor:

—Todo está concluido, señores. Aquí está el corazón en el fondo de la jícara.

Hum-Camé exclamó tomando la taza:

—Muy bien. Veamos.

Cogió el corazón entre sus manos del fondo de la jícara y lo levantó. Con este movimiento se rompió la corteza y empezó a verterse la sangre, que era de un color rojo muy vivo.

Hun-Camé, convencido de que tenía ante sí el corazón de Ixquic, ordenó a sus servidores:

—Atizad bien el fuego y ponedlo sobre las brasas.

Reavivaron la fogata e inmediatamente después tomaron el corazón y lo pusieron sobre las llamas. Pronto comenzaron los de Xibalbá a sentir el olor del mismo que producía al quemarse. Todos se levantaron y se acercaron al fuego para verlo arder. Los señores expresaban con satisfacción:

—Se nota muy dulce la fragancia de la sangre al quemarse.

Aprovechando que aquellos estaban absortos. y pensativos contemplando cómo el falso corazón de la doncella se convertía en humo, los búhos, los mensajeros de los dioses del averno, remontaron el vuelo desde el abismo —la morada de los de Xibalbá— hacia la Tierra y se convirtieron, como les había prometido al pie del “árbol de sangre”, en sus fieles servidores.

Así fue como los señores de Xibalbá fueron vencidos y engañados por la doncella; la doncella que llevaba en su entraña la vida de los hijos de aquellos héroes que murieron en el abismo y que estaban predestinados por la tríada de Corazón del Cielo para vencerlos, salvando idénticos obstáculos que no supieron superar sus mitológicos padres.

(CUALQUIER PARECIDO CON LA VIRGEN MARIA ES PURA COINCIDENCIA./JAJA)
FIN

adaptacion de fragmento del popolvuh

martes, 17 de junio de 2014

EL FRAUDE DE LAS CALAVERAS DE CRISTAL

TODAVIA EXISTE GENTE QUE SE SIGUE CREYENDO ESTE INVENTO Y SOSTENIENDO A PIE-JUNTILLAS QUE LA TALLARON LOS AZTECAS,LOS MAYAS O LOS TOLTECAS.

El fraude de la calavera de cristal

Curioso objeto. Sabemos que no fue encontrado ni donde, ni como, ni cuando se dice. Sabemos que no tiene más propiedades paranormales que un cenicero de cristal. Hemos trazado cráneos muy similares hasta un falsificador de antigüedades del siglo XIX ... Y sin embargo sigue habiendo gente que cree a pies juntillas que es de origen extraterrestre. Contaremos, otra vez, lo que se sabe realmente de esta historia.

El Hallazgo de la Calavera


¡Qué bonita historia la del descubrimiento! El intrépido aventurero (similar a Indiana Jones, al parecer), que en una arriesgadísima expedición buscando restos de la Atlántida (ésta era la finalidad de su expedición) descubre una ciudad maya perdida en la que encuentra una calavera de cristal que desafía todos los conocimientos establecidos ... ¡Qué aventura! Para mayor emoción, y esto también os lo cuento yo, va acompañado de su bella hija adoptiva adolescente (es ella quien encuentra la calavera) y tras encontrar la calavera (en dos trozos, mandíbula y el resto) la ofrece como regalo a un sacerdote maya que, inexplicablemente, la rechaza; ¿Qué oscuro secreto esconde la calavera del fín del mundo? ...

Bueno, hasta aquí el marketing de la futura película. Pasemos a la realidad. Este señor, Mitchell-Hedges, se parece más a Harrison Ford (por lo de actor) que a Indiana Jones. En casi todas las versiones de la historia se nos cuenta que descubrió una ciudad maya perdida a la que denominó Lubaantún, que traducido significa algo así como Ciudad de las Piedras CaidasMerece la pena comentar que ya este primer punto es falso. Ni siquiera tenemos que acudir a fuentes especializadas para comprobarlo, porque incluso wikipedia nos informa (en su entrada en inglés para Lubaantún) que tenemos noticias de esta ciudad desde 1903, cuando Thomas Gann, un oficial médico británico en Belize, accedió a sus ruinas por primera vez. En 1915, una expedición dirigida por R.E. Merwin para el Museo Peabody de la Universidad de Harvard también llegó a la ciudad, limpió parte de la vegetación y descubrió algunos de sus edificios. Así que conocemos sobre Lubaantún desde bastante antes de 1924, primera fecha en la que Mitchell-Hedges se acerca por allí.

Derecha: Frederick Mitchell-Hedges

Hedges se autoproclamará "descubridor" del sitio en un artículo para el Illustrated London News, y en 1925 volverá a lugar como corresponsal de este periódico. Sabemos que fue acompañado por su compañera Lady Richmond Brown y supuestamente también fue acompañado por su hija adoptiva, Anna, quien sería la responsable  de hallar el cráneo de cristal.
Ya es extraño llevarse a una adolescente de dieciséis años a este tipo de expediciones, pero resulta aún más extraño que Anna no aparezca en ninguna de las fotografías que tenemos de estos viajes. Siempre hay que tener en cuenta que la ausencia de prueba no es prueba de ausencia, pero es, cuando menos, extraño. Y lo que resulta aún más extraño es que ninguno de los miembros de la expedición nombre, ni siquiera de pasada, el hallazgo de una pieza tan excepcional como la calavera. Ni Gann, ni Richmond Brown, que documentaron estas expediciones, nombra nada ni sobre la calavera de cristal, ni sobre la hija adoptiva de Mitchell-Hedges. Pero es que ¡ni siquiera Hedges hace referencia alguna a la pieza hasta los años 40! (aunque luego veremos que sí hay referencias a la calavera pero cuando esta aparece en Londres a mediados de los treinta y en manos de alguien que no es Hedges).

No deja de ser extraño que el hallazgo de una pieza como esa no se documente de ninguna manera. Los "adeptos" de lo paranormal dicen que se hizo así para que la propiedad de la calavera siguiera en manos de Hedges y no se la quedaran los que financiaban la expedición, como hubiera sido preceptivo, pero esta versión no se sostiene de ninguna manera. En primer lugar Mitchell-Hedges nunca hubiera olvidado hacer alguna foto como prueba de su hallazgo para el día en que pudiera sacarlo a la luz. En segundo lugar, no explica la razón de que el resto de los miembros de la expedición se callara. Hedges se quedaba con la calavera, pero los demás no sacaban nada con callar. En realidad lo lógico para todos hubiera sido lo contrario: la publicidad de un hallazgo como este les hubiera garantizado un lugar permanente en la historia de la arqueología. Es como si Howard Carter se hubiera quedado la máscara funeraria de Tutanjamón con la colaboración de todo su equipo, sin hacer ninguna foto, y la hubiera mostrado veinte años después. Inconcebible.

Pero entonces, ¿sabemos cómo llegó la calavera a manos de Hedges? Pues lo cierto es que sí lo sabemos, y la historia tiene mucho menos glamour. Sabemos que Hedges compró la calavera en una subasta, en 1943. La subasta tuvo lugar en la acreditada casa Sotheby's, de Londres; Hedges pagó por ella 400£ a su anterior dueño, el marchante de arte Sidney Burney. La documentación del British Museum indica que se intentó pujar por la calavera en la misma subasta, pero el presupuesto no les alcanzó para comprarla (no disponían más que de 340£).

Los Análisis de las Piezas (y otras calaveras parecidas)

En realidad la calavera de Hedges no era, ni mucho menos, una pieza única. El Museo Británico intentó comprar la pieza cuando ya disponía de otra similar:

Izquierda: Calaveras de Cristal
A la izquierda podemos ver ambas calaveras. La superior es la calavera de Mitchell-Hedges, que en ese momento estaba en posesión de Sidney Burney, y la inferior es la calavera del Museo Británica

Ambas son relamente similares. Tanto que en la decada de los treinta del pasado siglo XX se efectuaron diversos análisis comparándolos. En una famosa serie de artículos, Adrian Digby (conservador del Museo Británico) y el antropólogo físico G.M. Morant debatieron sobre el posible origen común de ambos cráneos.

Los artículos de ambos se publicaron en la revista Man, en julio de 1936, y constituyen la primera referencia al cráneo de cristal de Mitchell-Hedges que pueden encontrarse, indicando como dueño a Burney. La conclusión del debate es que ambos cráneos son tan similares que es muy posible que ambos fueran hechos utilizando el mismo modelo y tuvieran procedencias similares.

Otro cráneo parecido a estos fue ofrecido al Smithsonian hacia 1992, indicando que era de procedencia azteca. Y tenemos otros cráneos, como el que se encuentra en París, en el Museo del Muelle Branly. Este sabemos que fue vendido por un tal Eugène Boban (recuerden este nombre) a Alphonse Pinart, un etnólogo que lo donó alMuseo del Hombre parisino, de dónde llegó a su actual ubicación.

Por supuesto, se han realizado múltiples análisis sobre los cráneos. Siempre que se habla de estos cráneos se nombran los famosos análisis realizados en los laboratorios de Hewwlett Packard. En realidad lo único que se obtuvo de esos análisis es un resultado: que el cráneo de Hedges proviene de una única pieza de cristal de roca, pero nada más. No se han realizado otros análisis sobre este cráneo, pero sí muchos sobre todos los demás.

Los científicos en el British Museum han analizado repetidas veces su calavera. En 1996 se puso en marcha un proyecto de investigación conjunto entre el British Museum, la Smithsonian Institution y la Universidad de Kingston, en Surrey. Los objetos de estudio eran tanto el cráneo de cristal del British como el del Smithsonian, y las preguntas que específicamente querían responderse eran tres:

  1. ¿Cómo se tallaron las calaveras?
  2. ¿De dónde procede el material original utilizado?
  3. ¿Cuál es la historia de las calaveras antes de su llegada a los museos?
Un artículo con detalles puede consultarse en esta URL,  pero las conclusiones pueden resumirse de forma sencilla: en primer lugar, bajo el microscopio electrónico de barrido las calaveras muestran señales de haber sido talladas con herramientas de joyero modernas; en segundo lugar, mediante técnicas como la espectroscopia Raman se puede determinar que el material base de la calavera es típico de yacimientos en Brasil o Madagascar.

Pero el indicio definitivo nos lo da la historia original de la calavera. La investigación documental prueba que un anticuario francés la tenía  en París en el último cuarto del siglo XIX, y que tras intentar venderla en París y en México, donde el Museo Nacional la rechazó por considerarla una pieza moderna, la vendió a Tiffany & Co que, a su vez, la vendería al British Museum una década después. Lo curioso del asunto es el nombre del anticuario francés ... Sí, el que están pensando: ¡Eugène Boban!

Pero no quedan aquí las cosas. Las investigaciones sobre la calavera del Smithsonian arrojaron resultados similares. Además ane McLaren Walsh, una de las participantes en el proyecto indicado anteriormente pudo trazar el origen de la calavera de cristal del Smithsonian de nuevo hasta ... Por supuesto, Boban. Tenéis algún detalle en este artículo: “Legends of the crystal skull. Why Indiana Jones might want to rethink his latest quest”.

Izquierda: Eugène Boban, el nexo de unión de todas las calaveras

 


Recapitulando ...

Hagamos un pequeño resumen de la situación:

  • Sabemos que Hedges compró su calavera en una subasta en 1943 por 400£.
  • Sabemos que una calavera casi idéntica (tanto que los antropólogos físicos piensan que el modelo para tallarlas era el mismo)  fue hecha con herramientas modernas.
  • Ninguna calavera aparece antes del finales del siglo XIX. Curiosamente, ninguna aparece antes de que comiencen las importaciones francesas de cristal de roca de Madagascar. En particular, sabemos que la calavera idéntica a la de Mitchell-Hedges proviene de Madagascar o de Brasil.
  • Todas las calaveras estudiadas exhaustivamente se han podido trazar hasta Eugène Boban, arqueólogo en el séquito de Maximiliano de México y conocido por su afición a falsificar piezas.
  • Ni que decir tiene, el estilo de la calavera no tiene nada que ver con nada precolombino que podamos conocer (ni azteca, ni maya, ni ...)

Por supuesto, la calavera jamás ha mostrado ninguna de sus propiedades paranormales en presencia de "no creyentes", aunque, en honor a la verdad, hay que decir que esta es una curiosa propiedad de todos los objetos paranormales. Podemos seguir pensando que es una reliquia de una civilización desaparecida de la que nunca se ha encontrado el menor rastro, pero parece más razonable suponer que es una obra europea de finales del XIX que, como sus hermanas, fue distribuida entre finales del XIX y principios del XX. Un bonito pisapapeles (muy bonito, eso sí).

Si quieres alguna referencia adicional ...

Autor: Marfvader


Bibliografía

CARROLL, R.T. "Crystal Skulls". Artículo en The Skeptic´s Dictionaryhttp://skepdic.com
JONES, M. Fake?: the art of deception. Catálogo de la exposición. London. British Museum Press, 1.990.
NICKELL, J. y FISCHER, J.F.Secrets of the Supernatural: Investigating the World´s Occult Mysteries. Amherst (N.Y.). Prometheus Books. 1.988
WALSH, J.M. "Crystal skulls and other problems" en Exhibiting dilemmas: issues of representation at the Smithsonian. Washington y London. Smithsonian Institution Press. 1.997.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

EXPERIMENTOS CON HUMANOS EN GUATEMALA

los insatisfechos científicos estadounidenses, liderados por la misma mente enferma: John Charles Cutler, realizaron el experimento sobre sífilis en Guatemala, entre 1946 y 1948, el cual constaba de una serie de estudios e intervenciones a cargo del gobierno de Estados Unidos en tierras guatemaltecas. En éste, de forma deliberada, los médicos infectaron un enorme número de ciudadanos guatemaltecos, desde enfermos psiquiátricos a presos, prostitutas, soldados, ancianos e incluso hasta a niños de orfanato. Obviamente, las más de 1.500 víctimas no tenían la menor idea de qué era lo que los médicos les habían colocado mediante inoculación directa, siendo infectados con sífilis, una de las peores ETS. Una vez contagiadas, a éstas se les suministraba una serie de drogas y químicos para ver si así era posible evitar la propagación de la enfermedad. Existe evidencia de que entre otros métodos aplicados para el contagio, los médicos pagaban a las víctimas para que mantuvieran relaciones sexuales con prostitutas infectadas, mientras que en otros casos, se provocaba una herida en el pene de la víctima y luego se rociaba con intensos cultivos de bacterias de sífilis (Treponema pallidum). La enorme crueldad de este experimento, que así como el de Tuskegee, tiene todo un profundo trasfondo racista implicado, provocó un daño tan grande en la sociedad guatemalteca que en el año 2010, EEUU realizó una disculpa pública volviendo a analizar la cuestión. Ésto ocurrió el 1° de octubre, cuando la secretaria de estado de los Estados Unidos de América, Hillary Clinton, junto con el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Kathleen Sebelius, emitieron una declaración conjunta pidiendo disculpas al pueblo guatemalteco y al mundo entero por los experimentos. Sin duda alguna, una de las manchas más oscuras en el historial de la ciencias.